martes, 14 de octubre de 2008

Marrón

Toda mi vida se reduce a un mero excremento sobre el cual me sitúo ahora mismo. Todo lo que me rodea o lo que toco apesta tanto que no soy capaz de pensar con claridad. Sobre esta montaña de desechos orgánicos reconozco que estoy donde merezco estar. Nunca he sido capaz de hacer que nada funcionara, ni mis estudios, ni mis parejas, ni mi vida familiar y mucho menos los trabajos.

Una infinidad de oficios distintos que lo único que tenían en común era que en todos me sentía igual que ahora mismo. La falta de iniciativa propia, y la ausencia de estudios por mi parte, supongo que han contribuido a que nunca supiera lo que es cobrar una nómina completa. A mis casi cincuenta años conozco a la perfección las miserias de los trabajos temporales. Repartidor de motocicleta para una multitud de locales de comida rápida para los que yo no era más que otro M.M. (Mierda Motorizada); limpiador de escaleras, cosa que duró poco tiempo porque no sabía limpiar; repartidor de publicidad, al final me vieron tirando los folletos a un contenedor y acabé sin trabajo y sin dinero; reponedor de almacenes, otro trabajo para un M.M. (Mierda Musculada), también me despidieron por haber cogido un par de botellas; camarero, paseador de perros, limpiacristales, pinche de cocina, albañil, pintor sin futuro y un sinfín de trabajos basura que ya no soy capaz de recordar. Nunca llegué a durar más de dos meses en ninguno de ellos. Yo creo que los jefes se encontraban intimidados por mi presencia porque sabían que yo valía más que ellos.

Toda esa situación laboral repercutió en mi vida social y familiar. Tampoco conseguí mantener una pareja estable más de ese tiempo. Las guarras sólo querían estar conmigo por culpa del dinero y tan pronto me quedaba sin trabajo me dejaban porque decían que no estaban dispuestas a mantener a un vago impotente. ¡Impotente! Lo que les pasa a todas esas golfas es que ninguna me pone. Las mujeres se creen que porque ahora puedan trabajar ya son más que los hombres y no dejan de ser unas fregonas. Mi madre lo sabía bien por eso nunca protestó pese a lo que le hiciera mi padre. Él sí que sabía como tratar a las mujeres y a los jefes. Él tenía un trabajo estupendo de barrendero y sin haber estudiado nunca. "Los libros siempre te llevaran a ser un parado más" me decía constantemente y tenía razón, pero al revés. De no haber sido un fracasado con los estudios nunca me encontraría en esta situación actual: sin trabajo, sin pareja, sin casa, siendo un alcohólico fracasado y sobre un montón de excrementos.

El problema de encontrarte sin expectativas y sin futuro en la vida es que luego nunca quieres hacer nada por salir del pozo que has creado. Empecé a moverme por los albergues y por las casas de la caridad. Algunas me exigían limpieza para poder ayudarme, otras que no oliese a alcohol y otras sólo que no les dieras problemas. Me recorrí medio país envuelto en una bruma etílica y despertándome cada día sobre un montón de papeles o de vómitos. Me convertí en lo que mi padre barría cada mañana.

La ventaja de ser un indigente es que nadie te ve y puedes andar por donde quieras, si no armas mucho ruido. Nunca tuve problemas hasta hoy y tampoco creo que vaya a tener más.

Me encontraba dormido sobre mis cartones cuando sentí que me arrastraban. Al intentar levantarme no pude, estaba inmovilizado y tampoco podía gritar ni ver. No sé durante cuanto tiempo me estuvieron golpeando. Varias veces perdí el conocimiento al sentir quebrar mis huesos. Cuando nuevamente recuperé el conocimiento sentí el olor y el calor de las heces que me envolvían la cara. Habían vaciado sus intestinos en mí y deseaba que todo hubiera acabado ahí pero las cosas nunca acaban bien en estas situaciones así que recé para que fuera rápido.

3 comentarios:

eclipse de luna dijo...

Hay veces que me dejas el corazon encogido con estos escritos, traspaso la pantalla con cada una de tus palabras y hoy me senti realmente como ese mendigo...duro relato.
Muchas gracias por tu voto, con ese gesto me emocionaste..MIL GRACIAS.
Un besito y una estrella.
Mar

Perséfone dijo...

Y pesar que todos estos relatos podrían estar escritos por alguien que los ha vivido en primera persona...

Estoy con mar: a veces consigues encogernos el corazón... un poquito más.

Impactante final.

Un abrazo.

Galina dijo...

Hola "20 años de casado"
He vuelto a la cosa esa del concurso (estoy en Budapest) para votarte solamente y a un par de personas más, porque me he retirado del tema pero sigo inscrita y me fijé ahora al abrir el "twenty minuts" para ver las noticias "patrias" que todavía gozo de ese derecho tan democrático. Así que ya sabes, al menos un voto ya lo vas a ver reflejado y aunque estos días no estuve para "blogs", este fin de semana, si consigo regresar a la frontera serbia :) veré que nuevas locuras se te han ocurrido para plasmarlas en palabra. En cuanto al concurso, ni mirarlo, así que no te molestes en votarme (que sé que ardías en deseos de hacerlo :) porque me importa un pimientito, a no ser que fuera de Padrón, que me chiflan.
Besos y ojalá ganes tú o algún otro que tenga imaginación al menos y sepa usar una servilleta para transmitir algo.