miércoles, 1 de octubre de 2008

La pareja

Las manos de él se deslizaban con delicadeza por su espalda desnuda. No había prisa, no había nada más después. Los dos deseaban aprovechar cada instante de pasión con suavidad. Ella permanecía tumbada mientras él le recorría la piel. Los labios de él se posaron en su nuca mientras apoyaba su cuerpo sobre ella.

Cuando ella se despertó él ya no estaba allí. Hacía tiempo que no recordaba lo que era disfrutar tanto. Cuando se levantó para ir a la ducha su cara reflejaba una gran sonrisa. Se encontraba feliz y plena. Esa mañana el color de su ropa contagiaba la alegría a todo el mundo que la conocía. Alguna vez había escuchado que la felicidad es reflejo de la satisfacción y ella se encontraba pletórica.

Se pasó todo el día recordando esa noche y cada vez que lo hacía su cuerpo se volvía a estremecer. Aun era capaz de sentir sus labios en su boca, sus manos sobre ella y él dentro de sí. Ella era deseo. Todo ese día era perfecto. No había nada que pudiera salir mal.

Al finalizar la jornada laboral se dirigía hacia casa, como todos los días y cuando se encontraba frente al portal lo volvió a ver. Se fusionaron en un abrazo como dos enamorados. Las bocas se buscaban y se anhelaban. El tiempo se había vuelto a detener como sucediera anteriormente hace 17 años. Es increíble lo que se puede llegar a querer mientras se sigue creyendo en el amor. Mañana estarán de aniversario otra vez.


La noche fue tan perfecta como las precedentes. Si en algún lugar le esperase el paraíso este sería como es su vida actualmente. No puede imaginarse más felicidad que estando al lado de su marido. Es cierto que una vez tuvieron problemas pero no fue nada que entre los dos no hubieran podido superar. No existe ningún problema que no pueda ser superado con amor, y en eso son especialistas. Esta mañana él no ha ido a trabajar. Le deja durmiendo mientras se asea y prepara el desayuno.

Una vez de vuelta a la habitación para despertarlo se le ocurre que tal vez él prefiera otro tipo de desayuno. Deja caer el albornoz a los pies de la cama y suavemente desliza las sábanas que tapaban ese cuerpo que ella tanto desea. Se aproxima lentamente y le besa. Al sentir los labios sobre los suyos se da cuenta que él ya no podrá devolverle más besos. Se aparta y le mira con los ojos anegados observando su placidez, y le seguirá queriendo.

1 comentario:

eclipse de luna dijo...

Todo lo que el amor puede...
Un besito y una estrella.
Mar