jueves, 9 de octubre de 2008

La Vista

No entiendo como no he podido darme cuenta antes, las cosas no aparecen del día para la noche. Supongo que la culpa en parte era mía por no querer verlo pero ahora que he analizado nuestra vida juntos tengo que reconocer que él nunca me engañó, me engañé yo sola.

Esto ya viene desde siempre, supongo. Al principio yo le justifiqué todas las cosas. Todos sus desplantes, todos los desprecios que no quería ver, su falta de afecto. Pero todo eso lo suplía con el cariño que yo le procesaba. Me daba igual que no me quisiera mientras estuviese conmigo, lo peor es que yo creía que eso era amor.

El que él quisiera acostarse conmigo me llenaba, me daba igual que todo acabara en unos pocos minutos, me daba igual no haber sentido nunca un orgasmo, porque yo creía que en el fondo eso era el amor. El amor era una entrega plena por mi parte, él ya hacía bastante yendo a trabajar para mantenerme.

Y luego vinieron los hijos. Yo sabía que él no quería niños pero le convencía para que tuviésemos dos. ¡Que tonta era! para él los niños fue lo mismo que cuando cambió el coche o cuando cambiamos de piso, una forma de demostrar su hombría. Me daba igual todo lo que me decía mientras estaba embarazada. Me daba igual como me recriminaba lo gorda que estaba y lo deformé, hasta no me importaba que mirase a las demás mujeres echándome en cara que yo no estaba así. Él estaba conmigo y no con ellas y yo tenía en mi vientre sus hijos.

Lo peor vino luego, cuando los niños nacieron. Yo no veía nada, estaba demasiado ocupada cuidando a los gemelos y atendiendo la casa y atendiéndole a él en todo lo que quería. No veía nada. Me afanaba en que los niños no le importunasen lo más mínimo, los padres no deben ocuparse de los hijos, eso es cosa de las mujeres. Ahora que lo miro desde la lejanía no recuerdo una sola caricia de él hacia ellos, ni un beso. Yo justificaba su frialdad y falta de sentimientos e intentaba compensarlo con mi cariño. Pero con los niños empezaron los gritos. Que si no le dejaban escuchar la televisión, que si hacían ruido cuando jugaban, que si no le dejaban descansar, que si no le dejaban follarme..... y fue entonces cuando empecé a ver.

Hace unos meses que nos hemos divorciado. Yo no me sentía capaz de superar la separación y no creía que él pudiera vivir sin nosotros, por suerte para mi las cosas no fueron así. El mismo día que se fue de casa marchó a casa de una amiga mía. Por lo que parece llevaban muchos años viéndose. Mejor para todos, ella odia a los niños y gracias a ella él nunca luchó por ellos. Encontré trabajo haciendo lo que mejor sabía hacer, trabajando en una casa. Creía que no podría hacerlo pero el empezar allí y ver a un matrimonio joven como yo, como se querían y como idolatraban a sus hijos fue como ponerme unas gafas delante de mis ojos. Ahora tengo tiempo para mí, para mi vida y lo que estoy viendo me gusta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre hay luz al final del tunel, Serás muy feliz seguro, y encontrarás alguien que realmente te merezca. Y del gañan no te preocupes, el que pierde un mal amigo, no sabe lo que gana.
Suerte en tu nueva vida y sigue contándonos como te va

Anónimo dijo...

Horror, metí la pata, lo siento. Pensé que era la historia de tu vida, pero me colé.
Son relatos crueles como la vida misma, a veces la realidad supera la ficción.
En fin, aunque mi primer comentario no sea para ti, sí que sirve para todas esas mujeres que están en esa situacion y te visitan

eclipse de luna dijo...

Dicen que el amor es ciego..y que verdad es..por suerte lo descubrio a tiempo..
Sabes me encantan las frases que tienes en el lateral...me puedo copiar una para el nick del messenger??
Hay frases que calan hondo y esas son preciosas.
Un besito y una estrella.
Mar

Perséfone dijo...

Has conseguido ponerme una vez más los pelos como escarpias. Y es que habrán tantos hombres y mujeres en esa misma situación...

Que tontos nos volvemos a veces.

Un abrazo.

eclipse de luna dijo...

Gracias...
Un besito y una estrella.
Mar