martes, 25 de noviembre de 2008

La Cita: 7º parte

Al poco de volver a la ciudad recibí una llamada de María. Deseaba volver a verme y yo tenía curiosidad de saber como estaba ella. Me esperaba un ser destruido por el dolor pero mi sorpresa fue mayúscula. Estaba estupenda, mejor dicho, pletórica. La ropa que tenía se le ajustaba al cuerpo como una segunda piel y el peinado le daba un aire juvenil. Por un momento pensé que estaba viendo a su hija en vez de a ella.

Fuimos a una cafetería para poder hablar de todo lo que había pasado en estos dos meses. Me sorprendió ver la alegría que emanaba. Me recordó a esa mujer que viera hace tiempo esperando a su hija en la calle. Estaba igual de hermosa. Cuando me preguntó que había sido de mí estos meses me quedé en blanco, no podía dar crédito a lo que estaba viendo ni escuchando. Ya dije una vez que cuando alguien está hundido sólo puede ascender y ella era la prueba viviente de que eso era posible. Prudentemente omití en la conversación cualquier comentario sobre Eva, y al parecer, ella también lo hacía.

Estuvimos varios días viéndonos, parecíamos novios. Al final ella me invitó a volver a su casa. Deseaba volver a estar conmigo y yo con ella....



Ahora me hallo tendido en el suelo. Cada vez que intento respirar una bocanada de sangre me llena la boca. Ella se alza frente a mi desnuda, majestuosa. La diosa que me trajo la muerte comprueba que su herida ha sido mortal. Los intentos por quitar el cuchillo fueron inútiles. El pulmón estaba traspasado con la hoja atorada entre las costillas. Yo notaba como la sangre iba ocupando el espacio que tenia reservado para respirar y sé que no tardaré mucho en ahogarme. A duras penas pude articular unas palabras, un simple ¿por qué? Aunque ya sabía el motivo quería saber cómo se había enterado.

Encendió la luz y pude contemplarla tan hermosa como siempre. La dulzura de su rostro había desaparecido y me miraba con malicia y odio. Su respiración era rápida, todavía tenía la adrenalina corriendo por sus venas. Supongo que nunca se había imaginado un resultado tan efectivo con un solo golpe. Se arrodillo a mi lado y me enseñó un colgante. Era el pequeño colgante que Eva llevaba encima siempre. Y empezó a hablarme lentamente.

Me comentó lo mucho que había sufrido y el dolor que sentía por no saber nada de su hija. La puñalada que sintió en el corazón cuando le dijeron que los desechos humanos que había ido identificar eran de su hija. La rabia y la impotencia que le martirizaban todas las noches cuando sabía que el violador y asesino de su hija estaba libre e impune. Y lo peor de todo, el miedo, la traición y el odio que estalló en ella cuando al recoger mi ropa para enviármela, vio como la cadena de su hija caía del bolsillo de atrás de mi pantalón al suelo. Temblorosa la cogió entre sus manos sin saber que pensar sin saber que significaba. Entre sus manos tenía el colgante que Eva guardó cuando estaba siendo violada por mí. La única cosa que probaba que había sido yo el asesino. Un mensaje que le dejó a ella pues sabía que tenía la costumbre de revisar todas las prendas antes de lavarlas. El último mensaje que pudo enviar Eva antes de morir. Y entendió…




Cuando las lágrimas empezaron a correr por su rostro yo ya no estaba allí. Mis pulmones y mi corazón habían dejado de funcionar y me había muerto con el convencimiento de que Eva me había condenado a muerte en el mismo momento que yo la maté. Tampoco tuve tanta suerte como ella. Mi cadáver permaneció sumergido durante más de tres meses, María se había asegurado que así fuera. Cuando finalmente el mar me hizo salir a flote no había nada que pudiera demostrar mi identidad. La única cosa que podría servir de identificación era un colgante que tenía en lo que me quedaba de cuello, la pena es que nunca había sido mío. Sólo una pequeña mención en un periódico local fue lo que obtuve después de tanto tiempo. Mientras María leía la noticia de mi aparición las heridas de su alma empezaron a cicatrizarse y comenzó a llorar en paz.

4 comentarios:

eclipse de luna dijo...

Permiteme que me ponga de pie para aplaudirte...
Me ha encantado tu historia, me enganchó desde el principio como una de las mejores pelis de suspense.
Enhorabuena por esa capacidad que tienes de transmitir tanto y bueno.
Un besito y una estrella.
Mar

Perséfone dijo...

Chapeau.

Has conseguido que llegue incluso a empatizar con María. De hecho, lo siento muchísimo por ella, pero me alegra que le diera su merecido a ese... personaje.

Un abrazo.

AdR dijo...

Merecido lo tienes, pues.

Una madre que se prepara la función que ha orquestado en soledad.

Venganza fría.

Saludos

Zinquirilla dijo...

Se nota que hace varios días que no entro. Acabo de leer la primera parte de La Cita y me ha encantado así que sigo por el resto.

Ah! no sabía que te gustaran los ambigramas, yo recomendé en el foro este blog del concurso.

Saludos.