miércoles, 19 de noviembre de 2008

La Cita: 3º parte

Por lo general soy un hombre que le gusta madrugar. Lo primero que hago cada mañana es ir al baño a eliminar los restos que mi cuerpo no ha digerido y darme una buena ducha. Una ducha que me renueve y me relaje. Parece una incongruencia pero eso es lo que necesito cada mañana, relajarme después de una noche de trabajo placentero. Una vez seco y afeitado disfruto paseando desnudo por la casa cubierto por una pequeña toalla sabiamente dispuesta para dejar ver lo que me interesa. Me dirijo a la cocina y, como cada mañana, allí está ella.

La primera vez que me vio de esta guisa se sorprendió pero ahora ya está acostumbrada. Se me acerca y me da un suave beso en la mejilla. Le doy un pequeño cachete y me dispongo a desayunar. La toalla cumple a la perfección la misión para la que la había dispuesto y deja ver la excitación que ella ha producido en mí. Ruborizada me pregunta por su madre. No lo puedo evitar, pero ese juego diario me encanta. Si no fuera por ella ya me habría aburrido. Como cada mañana me arreglo y me ofrezco a llevarla al instituto. Antes de marcharme satisfago mi ego masturbando a su madre e imaginando que es a ella a quién se lo hago.

No sé que es lo que me contiene ni porque no me abalanzo sobre su cama cuando está dormida, pero no puedo de dejar de pensar en su cuerpo. Hasta me molesta que otros hombres se le acerquen, como aquel chico con el que estuvo saliendo un par de meses. No me costó mucho el convencerlo para que se marchase, sobre todo después de que hubiera probado un poco de mi medicina en sus carnes. La juventud de hoy en día no valora ni lucha por lo que quiere. Eva estuvo pasando un mal momento por culpa de ese muchacho y la convencí para que me dejase escarmentarlo. Me costó el demostrarle que yo no tuviera que ver con el suicido del mocoso, pero con mi gesto se me acercó más. Hasta su madre me pedía que la acompañase más para protegerla, ¡sí era justo eso lo que yo quería hacer! Incluso llegué a salir con ella algún fin de semana aunque manteniendo las distancias. No quería que María sospechase nada ni que todo se volviese en mi contra.

Ahora la situación está en un punto culminante. María está totalmente enamorada de mí, y Eva empieza a estarlo. Creo que este fin de semana me tocará mover ficha con Eva.

1 comentario:

Perséfone dijo...

En esta ocasión has consegudo revolverme las tripas. No por la calidad del relato, que es excelente, sino al pensar que puede ser tan real como que mañana (hoy) es jueves.

Espero la próxima entrada.

Un saludo.