jueves, 20 de noviembre de 2008

La Cita: 4º parte

Está claro que cada edad tiene su sitio y su momento. Hay gente que se empeña en aparentar cosas que no pueden ser. Muchas mujeres salen por sitios donde sólo hay jóvenes para tener por lo menos una oportunidad de hacer valer su experiencia. En el caso de los hombres es distinto. Los hombres salen por esos sitios para no enfrentarse con mujeres de su igual con las que fracasarían estrepitosamente. Es más fácil deslumbrar a una niña que a una mujer. A la mujer no le llega con un poco de dinero, unas palabras corteses y un coche o una moto deportivos. Una mujer le exigiría más. Por eso abundan los “buitres” al acecho de las jovencitas. Y, a parte de esta jauría de fracasados, están los jóvenes. Multitud de imberbes que se creen que con unas cuantas copas de más o un poco de eso o de aquello ya se pueden comer el mundo. Una fauna de cretinos que se empeñan en revolotear alrededor de Eva.

No puedo soportar el permanecer quieto en la barra mientras babosean a su alrededor como abejas hambrientas que buscan alimentarse de la más bella flor. Sé que la idea de salir, pese a ser mía, la dijo ella y a María le pareció una manera perfecta de poderla supervisar. Desde la muerte del chaval soy el que hace de puente entre las dos. Tampoco me costó mucho el enfrentarlas para luego convencerlas de que sólo podían confiar en mi. Las mujeres dolidas son muy susceptibles a los comentarios directos pero muy frágiles ante las pequeñas sugerencias. Las dos necesitaban descansar de tantas tensiones y a María estuvo de acuerdo en que el hecho de que saliera con Eva de paseo ayudaría a que ella se relajase. ¡Vaya que si se relaja!

Al principio no quería venir a la discoteca pero nada más entrar se vio como pez en el agua. Necesitaba divertirse para ahogar las penas que guardaba en su interior. Y ahora me encuentro mirándola, deleitándome en cada movimiento de su cuerpo, disfrutando de la fuerza de su juventud. Cada poco tiempo se me acerca para decirme cualquier cosa sin importancia o simplemente darme un abrazo y un beso en la mejilla. Esos pequeños gestos sirven también para que algunos “pesados” me miren con recelo y desaparezcan entre la multitud.

Al cabo de una hora y unas cuantas copas decido marcharme. No puedo soportar seguir en esa situación. Cada vez que se me acerca y la huelo mi cuerpo la desea con más fuerza. Sé que si esto continúa no seré capaz de contenerme más, y para agravar más las cosas su último beso fue en mis labios. Al saborear la dulzura de su saliva tomé la decisión de salir de ahí. Además, ya tendría que estar de vuelta en casa para darle el parte de incidencias a María, después de haberle hecho el amor unas cuantas veces. Si me apuro tendremos tiempo de hablar antes de que Eva llegue a casa.

Me despido de Eva y como buen padrastro le digo que no llegue demasiado tarde para no preocupar a su madre, y que venga al coche a coger la cazadora para no tener frío a la vuelta. Una vez fuera llamo a casa y le digo a María que tardaré una hora en llegar, tengo algo que hacer antes de marcharme de aquí.

2 comentarios:

AdR dijo...

Pero este protagonista... es un poco cabroncete ¿no? :) Qué manera de jugar con ambas...

¿Empezará a tomar protagonismo María?... estoy intrigado. Sigue :)

eclipse de luna dijo...

Que fuerte..me dejaste sin palabras...
voy a por la siguiente entrega...
Un besito y una estrella.
Mar