martes, 2 de diciembre de 2008

Sola

Una puerta sigue entornada en mi interior, esperando. La vida no ha sido justa conmigo. Es irónico que, pese a todas esas trabas, yo nunca he perdido la esperanza de que tarde o temprano aparecería la persona indicada capaz de ver lo que hay al otro lado de esa puerta.

No es que mi actitud fuera defensiva o que tratase con acritud a la gente que intentaba acercarse a mí. No, no es eso. Lo que pasa es que con los años vas pidiendo algo más a la vida que una cama caliente con unas caricias acertadas. El tiempo nos vuelve exigentes y eso hace que el camino a la puerta se vuelva más pronunciado y peligroso. Muchos intentaron llegar a ella pero todos se quedaron en meros acercamientos.

La gente me cree insensible pero el problema es que nadie se ha molestado en conocerme. Se sorprenderían si me viesen conmover con una simple rosa o un mero gesto desinteresado, aunque ese es otro problema. A los hombres sólo les mueve el interés por algo: por su interés. Mi cuerpo desea derretirse como mantequilla al Sol, pero no hay nadie dispuesto a sacrificarse por llegar hasta la meta.

¿Compromiso? Yo no quiero un compromiso tal y como la gente lo entiende. Yo sólo quiero un orfebre de los sentimientos porque estoy harta de que la joya que guardo en mi interior siga guardada. Yo sólo quiero a alguien para vivir.

3 comentarios:

Perséfone dijo...

Es muy triste sentirse sólo. Más aún según pasan los años y ves a tus amistades hacer su vida junto a su pareja, plnaes de futuro, bodas, hijos...

Un saludo.

Yedra dijo...

Tal vez hay que abrir una ventanita donde se pueda asomar la gente y ver lo que hay en el interior. Cerrarse en banda tampoco es bueno, no hay que aislarse demasido.
Date a conocer!
Un beso muy fuerte
Yedra

AdR dijo...

Me ha parecido de una sinceridad absoluta.

Saludos.