jueves, 11 de septiembre de 2008

Un comienzo


Faltan poco minutos para que el Sol asome su cara por el horizonte. Por fin la noche se acaba. Todos los días suplico porque mi espera se haga más corta. No quiero acostarme, no quiero dormir, no quiero...

Es increíble lo lento que pasa el tiempo cuando estás pendiente de él. A mi lado su presencia se me hace insoportable. Quisiera escapar, huir en mitad de la noche hacia una nueva vida, pero luego dirijo la mirada a mis cosas, mis recuerdos, la vida que cree y pienso que siempre hay tiempo, que todo puede cambiar.

A través de los huecos de la persiana voy notando como la luz empieza a ganar intensidad iluminando a mi torturador. Esa persona que ocupó el lugar de con quién me casé. Ese desconocido que fue apareciendo poco a poco al mismo ritmo que destruía mis ilusiones. Esa persona que me hizo un hijo, que me viola cada día. Quisiera que un día la luz no le iluminase y en su lugar sólo hubiera un espacio libre. Quisiera no estar aquí.

El despertador empieza a sonar con fuerza y noto como da un respingo en la cama, alza una mano y de un golpe lo apaga. Lentamente me incorporo, cojo la bata y, tras cerrar lentamente la puerta de la alcoba, me dirijo a la cocina intentando no hacer ningún ruído. Al cabo de unos minutos la cafetera empieza a silbar y me dirijo a la cueva de la bestia a despertarlo.

Espero que hoy esté de buen humor.

No hay comentarios: