miércoles, 7 de enero de 2009

Un lugar

Seguíamos compartiendo los mismos días, tardes y noches. Estábamos sentados en el mismo lugar de siempre, con la misma gente y rodeados por el mismo ambiente. Las palabras y las miradas eran las mismas que hacia tan solo unos meses, y algo perturbó nuestro día a día. Algo te hace desaparecer y no regresas. Ya no sé donde esta mi sitio y rauda huyo al lugar donde me escondía contigo y tan solo pido que regrese la paz que tanto ansío ahora.

Nuestro rincón ya no existe. Las casas se han apropiado de nuestro árbol, de nuestras flores. Esas lilas que tantas veces recogiste para hacerme una cama de pétalos sobre el que luego hacíamos el amor. Odio el habernos perdido eso también. Tal vez, si hubiéramos venido antes que los constructores hubieran empezado a edificar lo nuestro se habría arreglado. Pero vino la monotonía, la desidia.

Poco a poco fuimos abandonando todo y al final me abandonaste. Quisiera llorar por todo. Porque no estás a mi lado, porque no existe nuestro rincón, porque tengo que seguirte viendo cuando ya no estás conmigo… pero soy incapaz. Tal vez porque ya sabía que todo iba a pasar. No había que ser muy inteligente para ver que ya no me querías. Y luego vino ella.

Era la mujer perfecta: guapa, inteligente, atenta, divertida… tal vez por eso era mi amiga. No sé si me duele más que me hubieras dejado por ella o haberla perdido como amiga. Tantas confidencias que nos contamos en las largas noches en que tú no estabas, por culpa de un trabajo que te alejaba de mí durante la semana. Tantos lloros, tantas alegrías. Ella también desapareció.

Ahora os contemplo como una extraña cada vez que os cruzáis por delante de la tienda, y añoro el pasado queriendo volver a él.

- Son horribles. – Doy un respingo sobresaltada. – Este lugar era antes un parque precioso donde las parejas venían a pasear.
- Es verdad, pero la ciudad absorbe todo. – Le digo suspirando. – Yo antes venía aquí, también.
- Vaya. – Sus ojos me contemplan y me escrutan. – Que pena no haberla conocido por entonces. Aunque soy un poco mayor que usted…
- Alba, me llamo Alba. Y no creo que sea mucho mayor que yo. Tengo 30 años ya.
- Encantado Alba, soy Alexis. – Me dice dándome dos besos. – Es verdad, yo también tengo esa edad aunque parecía que eras mucho más joven.
- Gracias. Sí, yo venía acá hace tiempo, con quién era mi pareja. – Le dije desviando mi mirada al cielo de la noche.
- Una noche preciosa para pasear y hablar. ¿Te apetece?

Le miré y por primera vez me imaginé un futuro distinto. Y empezamos a andar.

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