martes, 13 de enero de 2009

Playa

El Sol acaricia mi piel desnuda mientras disfruto de su calor. Permanezco quieta mientras disfruto sintiéndome libre. El rumor de las olas hace que me adormezca mientras me arrulla con su melodía. Intento aislarme para que las voces que oigo a mi alrededor desaparezcan. Ya estoy harta de escucharla. Si pudiera le taparía la boca de una vez por todas pero respiro profundamente e intento percibir los rayos del Sol recorriéndome, calentándome, entrando en mi interior, poseyéndome. De repente noto como me ruborizo por lo que acabo de sentir.

Su carcajada me devuelve a la realidad. La odio con todas mis fuerzas. Le encanta ser el centro de atención y todos parecen disfrutar con ella. Claro, eso de estar con los pechos al aire también ayuda. No es que esté celosa, pero no soporto sus aires de superioridad.

Ella era mi amiga. Ella era la persona más importante de mi vida, pero no pudo evitarlo. Me engañó. Claro que luego quiso enmendarlo pero el cristal de nuestra confianza ya estaba roto. Yo la quería, incluso llegué a pensar que lo nuestro era algo más. La amaba. Pero varias conversaciones entre las dos contribuyó a tender una pequeña valla entre nosotras. Después de eso ella sólo aparecía en mis sueños más íntimos.

Me doy la vuelta y hundo la cabeza en la toalla. Por favor que se calle o gritaré. Sé que como me levante le diré cualquier impertinencia y sólo contribuiré a que todos la crean a ella. Al fin se van a bañar dejándome sola. Menos mal, ya no aguantaba más. Me giro para ver como van todos tras ella como corderitos. Si supieran lo que ella piensa de ellos seguro que no se comportarían como idiotas. Ella piensa que los hombres son basura y que sólo muy pocas cosas son reciclables.

Una ola la cubre y escucho sus grititos para llamar la atención. Si se ahogase no me importaría. Pero las cosas nunca son como una quiere. El agua hace que su cuerpo brille como una diosa. Es realmente guapa. Hundida en mis pensamientos me dejo caer hacia atrás mientras la rabia me recorre por dentro. Nadie se acordó de que yo estaba a su lado.

Nuevamente me giro y grito ahogando el sonido contra la arena mientras agarro con fuerza la toalla. Las lágrimas han aflorado con mi rabia. Cuando por fin me tranquilizo me seco la cara. Y al incorporarme la veo frente a mí con su pelo castaño cubriéndole la cara.

- No sabía que te sentías así. – Me dice mientras sus ojos empiezan a brillar. – Te quiero y quiero que me perdones.

Abro la boca y la vuelvo a cerrar. Sólo unas palabras salen de mis labios mientras ella se acerca para abrazarme.

- Yo también.

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