martes, 3 de febrero de 2009

Atado en la cama

Lentamente pasa la soga por mis manos y tira hacia atrás tensando mis brazos, mientras yo la contemplo concentrada. La presión de sus piernas sobre mi cuerpo aumenta mientras ella comprueba concienzudamente los nudos. Su olor me embriaga me excita. Una vez que se asegura de que no me podré escapar se descabalga y empieza a atarme por los pies. Cuando acaba, mi cuerpo se haya en tensión, y una sonrisa aparece en sus labios.

La veo acercarse al armario, saca de él una sábana y algo parecido a una bufanda que desliza por su cuello. Su cuerpo semidesnudo se mueve en torno a mí. Y suena el timbre de la puerta. Se me acerca nuevamente, dobla lo que tiene entre las manos hasta formar una mordaza con la que tapa mi boca. Otra vez llaman a la puerta. Coge la bufanda y la deja caer sobre mis ojos mientras la escucho salir de la habitación. Espero que se tape o cuando abra la puerta alguien se asustará. La gente tiende a ser de lo más inoportuna.

Quisiera preguntarle por quién llamó pero no puedo hablar y me limito a escuchar.

Al cabo de un rato la puerta se cierra. Mi piel ha empezado a erizarse por el frío, puedo percibirla. Me concentro para intentar escuchar sus pasos descalzos sobre el parqué y me sorprendo al notar otras pisadas.

Me asusto e intento soltarme, escupir lo que me tapa la boca. ¡Quiero ver quién ha entrado en la habitación! Me la imagino tapándose la boca y señalándome para que esa persona no hable. Empiezo a agitarme y a tirar con fuerza de las sogas. Me estoy haciendo daño. La cuerda hiere mi carne pero estoy bien sujeto. Ella hizo un buen trabajo y lo único que consigo es bambolear la cama.

Noto como una mano se apoya sobre mi pecho y me sujeta con fuerza. No es ella. ¡Por favor! ¿Qué está sucediendo? Están poniéndome algo en la cara. La aparto con fuerza pero me la sujetan y me tapan la nariz. Quieren matarme pienso antes de perder el conocimiento.(...)


(...) Empiezo a recuperar la conciencia. Mi cuerpo está completamente inmóvil. Intento mover los dedos pero no parecen responderme. En el aire hay un olor dulzón que me resulta conocido. No puedo abrir los ojos por mucho que lo intente e intento concentrarme en el resto de sensaciones. Entonces escucho como algo se rasga y tira de mi interior con fuerza. ¿Qué están haciendo?

- Bueno, ya sólo queda el corazón. Creo que esta vez todo ha salido perfecto. – dice una voz masculina.
- Era un candidato perfecto. ¿Cómo lo ha conseguido? – Dice una segunda voz.
- ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Eso se lo debemos a nuestra chica de los recados. Todo es cuestión del precio. Enfermera, aspire bien ahí.
- Bueno, todo ha salido perfectamente. Ya no se puede aprovechar nada más. – dice mientras sitúa el corazón en un recipiente isotérmico.
- ¿Y que hacemos con el resto?
- Bueno, lo de costumbre. Un poco de carne para los perros y el resto a incinerar. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
- Venga, vamos a cenar que esta vez pagan los ricos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

UAU, es increíble, empezó siendo un cuento erótico y acabó en uno de mis mayores miedos. Felicicades, has conseguido engancharme a tus cuentos