martes, 10 de febrero de 2009

En la playa

Nuevamente la ola besa la arena. El ruido del agua introduciéndose por los resquicios me invita a tumbarme y disfrutar de su sonido. A la gente le encanta el rumor de las olas, pero pienso que ese sonido del agua filtrándose por la arena similar a un siseo es mucho más sugerente, más íntimo. Me tumbo con los brazos tras la cabeza y contemplo las estrellas mientras sigo esperando.

El tiempo siempre avanza despacio cuando se espera a alguien, pero yo soy de los que le encantan aprovechar esos instantes para sumirme en mis pensamientos. Una ola más que bebe la arena y yo empiezo a dibujar extrañas figuras en el firmamento enlazando estrellas al azar.

El crujido de unos pasos enterrándose en la arena me sacan de mi ensimismamiento e incorporo la cabeza para ver si me espera ha llegado a su fin. Pero observo a una pareja paseando mientras se hace arrumacos. La noche y la playa son un conjunto perfecto para el amor, la pena es que ya no creo que el amor exista.

Con un suspiro vuelvo a tumbarme mientras dibujo en el aire una silueta de mujer. La figura femenina siempre me cautivó. Llegué a obsesionarme con ella, hasta el punto de llenar cuadernos de bocetos femeninos. Cualquiera que los viera me tildaría de obseso, pero nada más lejos de la realidad. Yo adoro la simetría de las curvas, la atracción que tiene sobre la raza humana y no sólo desde un punto de vista sexual. También es cierto que en los dibujantes eróticos se observa el control de la silueta. Está claro que exageran mucho, pero algunos hacen en cada viñeta auténticas obras de arte.

Otros crujidos, esta vez son de una persona sólo. Incluso podría asegurar que o son de mujer o de un chaval joven pues no tienen la firmeza de los hombres. Alzo la cabeza y la veo. Sé que es ella. Reconocería su contorno entre un millón. Mil veces la dibujé y un millón de veces la imaginé viniendo hacia mí, como ahora. Levanto la mano y al ver su gesto recíproco comprendo que me ha visto. En ese momento el sonido del mar desaparece para mí.

- Lo siento, no pude venir antes.- Me dice disculpándose.
- No te preocupes, túmbate a mi lado. - Le digo mientras extiendo mi cazadora para que no se manche con la arena.
- No, de verdad, vayámonos de aquí. Si alguien nos viera...... - Me dice mirándome recelosamente
- Si alguien nos viera no sabría quienes somos. No hay luna y aquí casi no hay luz. No te preocupes y siéntate... por favor.

Ella accede a regañadientes y se sienta a mi lado mientras yo vuelvo a tumbarme. Intento dejar que esa se tranquilice y que su respiración deje de estar tan agitada, necesita calmarse.

- Escucha el mar.- Le digo sin mirarla.
- ¿Cómo?
- Que escuches el mar un rato, me lo debes por llegar tarde. - Le digo apelando a sus ganas de disculparse.

Transcurren varios minutos y, cuando yo finalizo una vez más la situela que tantas veces me imaginé sobre las estrellas, me incorporo y hablo.

- ¿Por qué lo has hecho?
- Yo.... es que..... necesitaba.....Tenía que verte, que hablar contigo. - Me dice con unos ojos vidriosos que reflejan la poca luz que nos llega de lo lejos.
- Eso ya lo sé, me refiero que por qué no has acudido a la policía.
- Es que si lo hago y se entera .... me mata. Tengo mucho miedo y sólo puedo confiar en ti. Él nunca pensaría nada malo de ti, se cree que no eres más que otro desviado que le gusta relacionarse con mujeres para ocultarse.
- ¡Jajaja! es la primera vez que en esas palabras noto un halago. Pero cuéntame que hico esta vez ese.... desgraciado.
- Me.... me pegó..... - su voz se quebró y la dejé llorar mientras hundía su cabeza en mis hombros.
- Tranquila. Relájate y tranquilízate. Ya haremos algo pero antes cuéntame todo.
- Estábamos en casa y le estaba preparando la cena. Entonces le entró un mensaje en el móvil. Como lo tenía en la habitación y él estaba en el salón fui a buscárselo, pues él no lo había escuchado, y al cogerlo... - Nuevamente empezó a llorar.
- Lo siento. - me dice mientras busca en el bolso un pañuelo de papel para limpiarse las lágrimas. - Cuando lo levanté vi parte del texto sobre la pantalla, era de otra. Le decía que quería volverse la a.....

En ese instante su cuerpo se retorció en arcadas y apartándose vomitó todo sobre la arena. Con cada convulsión me hacía doler el corazón aun más. Yo sólo me limité a incorporarme y a aguantarle la frente con mis manos como nos hacían las madres cuando éramos pequeños. Ella necesitaba liberar todo el veneno que guardaba su interior.

- Ya está, perdona, pero es que no me puedo contener.... Nunca pensé que me fuera a hacer esto..... le quería......
- ¿Y que te dijo él? - Le pregunté cuando empezó a calmarse.
- Al principio se sorprendió y me negó que el mensaje fuera para él. Pero cuando insistí en que me diese el móvil para comprobar quién se lo había enviado se puso como un energúmeno. Yo gritaba que me diera el teléfono y entonces fue cuando me dio el primer tortazo. Al principio me quedé quieta, herida. Pero cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer salte hacia él como una loca....
- Normal, yo hubiera hecho lo mismo.
- Pero él siguió. Primero en la cara. el tortazo fue tan fuerte que me tumbó contra el suelo, y luego llegaron las patadas mientras me recriminaba que si estaba con otras era por mi culpa. Que yo no sabía hacer nada y que se había cansado de mí. Que era fea, tonta... y que merecía la muerte..... ¿y sabes lo peor?
- No, ¿que es lo peor?
- Que le estaba creyendo y que me quería morir.
- ¿Y qué hiciste?
- Cuando se cansó de pegarme se marchó de casa y te llamé. Este fue el primer sitio que me vino a la mente pues aquí fue donde habíamos estado aquella vez....y no quería que me vieses magullada.

En ese momento levanté la mano y le toqué la cara. Su primera reacción fue apartarse pero luego me dejó que la acariciase. Que la viera con mi tacto y que odiara cada bulto que deformaba su rostro, cada gemido que contenía cuando presionaba un poco más.... Si no estuviera ella ahí me abría levantado en ese momento y hubiera ido a buscar al animal que le hizo eso para matarlo como bestia que era. Pero no lo hice, Nuevamente la atraje hacia mí y le besé con cuidado la frente.

Estuvimos en silencio y el susurro del mar en la arena volvió a escucharse. Ella lo perdonaría y seguramente acabaría siendo un número más en una lista manchada con sangre... pero que podía hacer yo si no callar el secreto de él.... yo sabía que no había otra mujer, porque yo también lo quería.

1 comentario:

La Linea Oscura dijo...

Muy buena. Muy buen blog en general.