
Después de ese primer encuentro estuve buscándolo durante unos días infructuosamente. Esa ansiedad por vengarme fue desapareciendo y seguí mi nueva rutina diaria: despertarme, encender el ordenador, ir a trabajar, volver a casa y seguir con el ordenador. Mi vida durante unas semanas giraba en ese mundo creado en mi mente. ¿Cibersexo?, ¿para que negarlo?, alguna que otra vez me encontré lo suficientemente excitada después de haber mantenido conversaciones y después de haber dicho cosas que solo habían existido en mis fantasías, y me masturbé pensando en lo que acabábamos de decirnos en la pantalla un desconocido o desconocida y yo. En el fondo nunca se sabe a quién tenemos al otro lado, tampoco me apetecía comprobarlo.
Cuando todo en mi vida iba bajo control volvió a aparecer ese misterioso nick para darle una vuelta a todo. Una noche, sobre las dos o tres de la mañana, estaba amenizando las conversaciones cuando me abren un privado, uno de tantos, y me dicen: “No te he podido olvidar y pero sigues equivocándote. Esto no es más que una ilusión y ya no necesitas ilusiones.” Al principio no reaccioné pero justo cuando le iba a contestar me dijo algo que me descolocó completamente: “No me digas nada, no hace falta que me ataques. Sé quien eres y como eres y me gustas cada vez más. El verde no te queda bien.”
Cuando todo en mi vida iba bajo control volvió a aparecer ese misterioso nick para darle una vuelta a todo. Una noche, sobre las dos o tres de la mañana, estaba amenizando las conversaciones cuando me abren un privado, uno de tantos, y me dicen: “No te he podido olvidar y pero sigues equivocándote. Esto no es más que una ilusión y ya no necesitas ilusiones.” Al principio no reaccioné pero justo cuando le iba a contestar me dijo algo que me descolocó completamente: “No me digas nada, no hace falta que me ataques. Sé quien eres y como eres y me gustas cada vez más. El verde no te queda bien.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario