lunes, 23 de febrero de 2009

Una nueva vida: 1ª parte

Hace días que no lo veo y la situación se me hace cada vez más insoportable...

Cada vez que oigo el motor de un coche mi cuerpo se estremece y pienso que es el que sube a verme. Mi sexo se humedece de solo pensarlo...

Si alguien me hubiese dicho hace unos meses que yo iba a estar así me hubiera reído en la cara de la persona. Es increíble lo rápido que cambiamos. Esto empezó..., realmente no se cuando empezó ni cuando me vi envuelta en esta vorágine de deseo. Mi vida era totalmente normal, rutinaria y previsible, como la de todo el mundo: casa-trabajo, trabajo-casa y en casa: ¡más trabajo! Quién dijo que las mujeres lo tenemos más fácil que los hombres desde luego no es una mujer.

Mi matrimonio era, y digo “era”, como cualquier matrimonio con altibajos, aunque desde hace unos años los bajos ganaban a los altos. También en el matrimonio se había instaurado la rutina y la única vez que intentamos salir de ella comenzó la muerte del mismo, aunque de esto prefiero no hablar.

A lo que iba, dentro de toda esta rutina la única vía de escape que teníamos era el ordenador y hasta por él discutíamos aunque al final todo se solucionó comprando otro, para él. Y con ese mundo de ilusión nuestra relación acabó muriendo mientras se nos habría otra puerta a los dos.

El primer paso, mejor dicho, la primera patada la dio él: había encontrado a una chica, más joven, más guapa y quería estar con ella. Así que con un simple “me voy” cogió sus maletas y me dejó plantada. Eso sí, me dijo que me había querido mucho, que no me dejaba por otra y que lo nuestro no podía seguir. ¿Por qué los hombres son tan cobardes? Aunque le agradezco que lo hiciera él. Yo no me habría atrevido.

Los primeros días andaba como una zombi sin saber que hacer, que decir. Mi vida, la que conocía y dominaba, se había desmoronado, así que me dediqué a navegar sin rumbo. Lo de navegar es en el sentido literal de la palabra, cada vez que llegaba a casa lo primero que hacía era encender el ordenador y me pasaba horas delante de la pantalla. Me hice una experta de los chats. Un mundo de ilusión se abrió delante de mis ojos. Podía ser quién yo quisiera y eso hice, me transformé en una loba ansiosa de desesperación y con ganas de humillar a todo el mundo. ¡Que tonta era!

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