Sus uñas acarician mi piel y siento como se hunden. Grito de dolor al notar como mi piel se desgarra. Todas mis terminaciones nerviosas protestan cuando vuelve a golpear con furia la piel que estaba pegada a la espalda arrancándola. Quisiera poderme mover y gritarle pero mi cabeza permanece hundida en la tierra y mis brazos inertes.
Un trozo de mi muslo se desprende con un chasquido y escucho el gruñido de placer que emite cuando lo mastica. Otro empieza a sacudir mi brazo que empieza a ceder a sus tirones. Mi hombro poco aguantará. Por dentro lloro, por dentro grito, por dentro suplico porque todo acabe. Nunca imaginé que mi final fuera a ser este, devorado por unos tigres. En el fondo quiero reírme porque antes de caer y romperme el cuello lo último que leí fue el cartel de prohibido dar de comer a los animales.
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