Lentamente me acaricia mientras él la besa. Sus ojos brillan mientras yo juego con su cuerpo. Los dos gimen a la vez mientras sus manos finalizan en mi pequeño corazón del placer lo que han empezado, y la veo llorar de felicidad. (…)
Hace ya meses que lo tengo en mente. No se me ocurre a nadie más indicada. La veo todos los días y la confianza que tengo en ella es lo que me hace decidirme. Sé que ella es la única que me comprende y que sólo con ella me encontraría segura.
Cuando se lo planteé se quedó muda y cuando reaccionó me dijo que se lo pensaría. Pasaron los días y al cabo de una semana me dijo que sí. Me hizo tan feliz que casi la beso. (…)
Hoy es el día. Estoy tan nerviosa que no se que decirle cuando ella llega. Él todavía no sabe nada de lo que le espera. Entre las dos planeamos la situación y como haremos. No sé quién de las dos está más nerviosa.
Sé que era una de sus fantasías. Después de tantos años hablándolo creo que se lo merece, además, lo quiero tanto y me hace tan feliz que no me importa sacrificarme por él. Además, ella es perfecta. (…)
Cuando llegó le recibí con el corpiño que le gusta. Eso ya encendió en él la pasión que deseaba. Entre arrumacos y besos le fui desabrochando la ropa y lo llevé hacia la habitación. Todo estaba a oscuras, pero es nuestra casa, sabemos donde está todo.
Lo arrojé sobre la cama y le dije que hoy sus sueños se cumplirían. Entonces ella encendió la luz y su cuerpo desnudo se iluminó. Su primera reacción fue la de taparse pero le dije que no se preocupara, que ella estaba de acuerdo y que se dejara llevar. Todo fue perfecto.
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Cuando me lo dijo no supe que responder. Una cosa es ser su amiga otra participar en sus deseos de alcoba. Le dije que lo pensaría.
Esa noche no pude dormir. No sabía si estaba dolida, ofendida o siendo utilizada en un juego cruel, para mí.
Al día siguiente no fui a trabajar y al mediodía me llamó preguntándome si era por su culpa. ¡Claro que era por su culpa! Yo la quería a ella, no a él.
Estuve buscando mil excusas pero por cada una siempre me aparecía la misma respuesta: estaría con ella. Cuando la volví a ver le dije que sí.
Ella estaba tan enamorada de él que creía que con eso afianzaría más su relación. Los siguientes días estuvimos planificando todo. Lo que haríamos, lo que le haríamos… mientras yo pensaba en lo que nos haríamos nosotras. Tenía tantas ganas de probar sus labios.
Y llegó el día. Al principio pensamos en que yo llamase a la puerta mientras ella preparaba la situación, pero al final optamos por que yo apareciera en la habitación cuando todo estuviese ya caliente.
Antes de encender la luz me temblaba todo. Estaba más nerviosa que el mi primera vez. Luego se hizo la luz y los vi. Ella estaba semidesnuda a su lado. Era como en mis sueños, aunque sobraba él.
Empezamos a jugar las dos con él y nos dejamos ir. Todo era dulce, lento, suave. Su boca era mejor de lo que me imaginaba y… me sentí feliz.
1 comentario:
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