Sus manos dejaron de moverse y cayeron inertes a los lados. No podía dar crédito a lo que acababa de hacer. Nunca había pensado que pudiera comportarse de esa forma y menos él. Tantos años subyugado al miedo le habían condicionado de una forma cruel. Odiaba todo lo que su pasado representaba y durante todo este tiempo había intentado comportase de una forma distinta. Cualquier arrebato o intento de furia había sido sometido de manera inmediata por su mente. Nunca había sido capaz de explotar ni se había consentido el exponer sus sentimientos. Temía que pudiera convertirse en ese ser que tanto odió.
Aún recuerda los lamentos silenciados por los golpes que se escuchaban en la habitación. Nunca sospecharon que él lo sabía. Ella siempre intentó que no se notara nada y que las cosas no trascendiesen más allá de la habitación. Pero el maquillaje no lo tapa todo. La forma de andar quejumbrosa y los sobresaltos que se llevaba cada vez que escuchaba cerrar la puerta hacían que crecieran con el miedo como un hermano más. Además, él era demasiado joven como para saber todo lo que había sucedido. Lo peor siempre había sucedido mientras dormía. Sabía que su hermana quería matarlo pero nunca supo el motivo hasta que fue mayor. Hasta que fue demasiado tarde.
Tal vez él se escapó de muchas cosas por ser el pequeño, pero en el fondo no quería creer que sólo fuera por ser hombre. Y no era tan malo. Siempre se acordaba de él. Le compraba todo lo que quería y cuando había tenido problemas en el colegio había sido él quién acudió a pegar a esos niños que le habían tirado en el patio. Todavía tiene en la mente las palabras que le repetía tantas veces: “Sólo si te temen harán lo que quieres.” También entendió tarde esa frase.
Lo más triste es que un día uno toma conciencia de lo que sucede a su alrededor, normalmente de una forma cruel. Ese día las cosas salieron fuera del dormitorio. Él estaba enfadado. Hacía varias semanas que le habían despedido y no era capaz de encontrar un trabajo. Su madre hacía todo lo que podía para que las cosas marcharan lo mejor posible y tal vez ese fue su fallo. En una de las casas que trabaja comentó la situación por la que pasaban e intentaron ayudarnos. Cuando le comentó que le había encontrado trabajo él la miró con furia. Parecía un animal rabioso al que le quitan el hueso con el que juega. Las palabras que dijo no eran importantes pero cuando ella quiso disculparse empezó a golpearla. Su hermana intentó ponerse en medio como si fuera una pared pero un tortazo llegó para derrumbarla. Y no pudo aguantar más.
Estaba en la cocina cenando tranquilamente cuando empezaron los gritos y los golpes. Se asomó para ver que sucedía y sólo pudo ver como una fiera golpeaba con saña a su hermana y a su madre. Un niño de 13 años no es capaz de muchas cosas y sobretodo cuando se enfrenta a una mole de más de 120 kilos e hizo lo único que podía hacer. Cogió un cuchillo y se acercó a él por la espalda. Justo antes de saltar su padre lo vio pero ya era tarde. Sintió como el cuchillo se hundía en la carne mientras gritaba que las dejase en paz. Antes de que pudiera articular una palabra coherente la hoja se había hundido varias veces más inundándole el rostro de sangre. Toda la ira contenida salió a flote y cuando él se cayó al suelo su hermana ocupó su lugar. Apenas unos minutos más tarde todo había acabado. Intentó llorar pero ya no fue capaz de hacerlo.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Con lo de sistematicamente me referia a que si todo lo programas, como flores cada miercoles, milimetrar cada cosa y cada momento al final acaba cayendo en la rutina...el amor es mas de improvisacion sino acaba destruyendolo la rutina.
A eso me referia.
Muchas gracias por tu visita y tu link, con tu permiso te linkeare tambien.
Un besito y una estrella.
Mar
Publicar un comentario