¡Qué asco! mi cuerpo se revuelve cada vez que le miro a los ojos. Tengo esos ojos y ese olor grabado en mi interior a fuego. No puedo hacer otra cosa más que apartar la cara para no verlo y para no percibir ese olor a putrefacción que sale de su boca cada vez que me la acerca. Una y otra vez me arremete y las lágrimas que hay en mi interior quieren salir. Una y otra vez intento que no vea en mí más que frialdad en impotencia. No he vuelto a intentar escapar, mi ojo cerrado y el sabor de la sangre en mis labios me avisan de que si lo intentase sería peor. Noto como su mano me agarra el pecho con fuerza mientras sigue empujando. Las piernas me duelen como si hubiese corrido una maratón. Cada vez que emito un sonido el frío del puñal en mi cuello lo acalla.
Deseo que esto acabe de una vez desde el mismo momento que me empujó dentro del portal. Con el primer grito vino el primer puñetazo. Luego esa voz suave y tranquila que me congeló el corazón y me hizo desear no haber nacido. Un suave pinchazo en el vientre y calor saliendo de mi interior cuando intenté pegarle, y otro golpe en la cara fueron lo suficientemente convincentes para que no siguiera forcejeando. Me sabía muerta y creí que lo mejor era ceder aunque ahora hubiera preferído el morir entonces. No noté el frío de la noche en mi piel cuando me cortó la ropa dejando mi cuerpo al descubierto, ni la frialdad de la piedra al tirarme sobre ella, sólo dolor. Un dolor intenso cuando mis rodillas y mis manos golpearon en el suelo. Un dolor en la cabeza cuando tiró de mi pelo como si se tratase del arnés de un caballo. Y un dolor que me rompió la poca inocencia que quedaba en mí cuando me rasgó mi interior por detrás. El dolor era indescriptible, yo quería expulsarlo de mi interior y él se empeñaba en entrar más y más en mi carne. Una vez satisfecho por esa parte fue cuando me agarró de un brazo y me volteó con fuerza golpeando mi espalda en las escaleras. Por entonces ya no me quedaban lágrimas por salir. Ya me había matado por dentro y no le iba a consentir que me matase por fuera. Deseaba que acabase de una vez. Suplicaba porque alguien entrase por esa puerta y lo matase. Deseaba vez como su sangre manchaba el suelo mientras yo le escupía. Pero eso no sucedería.
Ahora sólo espero el final. Grabo en mi mente cada instante deseando poder vengarme algún día. Noto como mi cuerpo hace rato que dejó de ser mío y que mi corazón se ha roto. No creo que pueda volver a dejar a un hombre tocarme. Acelera sus movimientos y noto el calor de sus fluídos en mi interior. Grito porque no puedo más. Deseo que mi interior lo repela mientras él se ríe. Un nuevo golpe en mi cara y en mis costillas junto con un aviso para que no me levante. Encojo mi cuerpo como cuando estaba en el útero de mi madre y escucho golpear la puerta.
Durante un tiempo indefinido sólo soy capaz de llorar. Todo mi ser ha sido violado. Mi cuerpo, mi alma, mi maternidad. En mi interior hay algo que me pide que me levante y que intente avanzar pero algo ha muerto esa noche. Deseo lleguer a la seguridad de mi piso, entrar en el baño y no salir hasta que me encuentre totalmente limpia y sé que pasaría mucho tiempo hasta que eso sucediera. Pero doy la vuelta y me dirijo al hospital. Me va a tocar revivir cada segundo pero si no lo hago no podré vivir.
Y algún día me lo volveré a encontrar.....
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