sábado, 28 de febrero de 2009

Una nueva vida: 3ª parte

¿Cómo demonios sabía que llevaba un pijama verde? Esa frase me asustó. Me asustó tanto que me marché de la habitación a cerrar la puerta y me puse a mirar por las ventanas buscando alguna señal de que alguien me estaba viendo pero delante de mi casa solo había un parque que a estas horas sólo lo frecuentaban algún perro o algún drogadicto. Estuve un buen rato observando pero no observé nada fuera de lo normal. Al volver a sentarme frente a la pantalla vi que me había enviado una imagen y que había puesto un simple “te deseo” antes de volver a desaparecer. Abrí el archivo y observé un precioso ramo de flores apoyado ¡en mi puerta! No podía ser. Me acerqué a la entrada, miré por el visor y no vi a nadie pero cuando abrí la puerta un enorme ramo de flores se deslizó delante de mis pies. Al cogerlas vi una nota en la que sólo ponía tres cosas: el nombre de un restaurante y una fecha y una hora. Esto no me podía pasar a mí.

Me pasé toda la semana inquieta, tan inquieta que mis incursiones a la red se redujeron drásticamente. No sabía si estaba preparada para volvérmelo a encontrar. Nada más acabar la jornada laboral me dirigía rápidamente a casa. Tan pronto llegaba cerraba la puerta y todas las persianas. El hecho de que supiera el color de la ropa me hacía sospechar que me estaba vigilando pero no notaba nada ni en la calle ni en ningún sitio. Casi todas las mañanas me despertaba sobresaltada como si alguien hubiera estado en la habitación, aunque se que eran imaginaciones mías. Y llegó el día.
Era un domingo como cualquier otro sin apenas ruido en la calle. Unos leves rayos de sol se vislumbraban por los huecos de la persiana iluminando la pantalla del ordenador. En todos estos días no me había acordado de él. Mientras intentaba quedarme dormida de nuevo escuché un suave ruido en la puerta de la entrada y me levanté alarmada. Sabía que nadie podía abrir la puerta, uno de los hábitos de mi ex era dejar la llave con media vuelta, decía que no había mejor forma de bloquear una puerta, por lo menos a alguien que intentase abrirla desde fuera. Al acercarme observé una carta en el suelo. La cojo y la leo. Aun no había acabado de leerla cuando se me cayó de las manos... ¡me estaba sugiriendo la ropa que me tenía que poner! y lo peor de todo es que parecía conocer mejor que yo mi guardarropa. Me dirijo al teléfono para llamar a alguien para comentarle lo que estaba pasando y me quedo dubitativa, ¿a quién llamo?, ¿quién me creería? y lo peor es que otra cosa me atenazaba aun más ¡la curiosidad!

Así que me dispuse a prepararme siguiendo las instrucciones al pie de la letra: El vestido negro largo con espalda al aire (sólo lo había usado una vez en una boda), pelo secado al aire y recogido de medio lado, zapatos negros de tacón los que tienen un bordado pequeño en forma de mariposa, la gargantilla de oro y brillantes con los pendientes y el anillo a juego... y sin ropa interior.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Una nueva vida: 2ª parte

Un día de esos en los que me encontraba inspirada, ya había conseguido que cinco personas abandonasen el canal entre insultos y malas formas, una persona me llamó en privado y me dijo algo que me llegó a la fibra sensible. No fue por lo que dijo ni por la manera de llamarme la atención, si no por cómo lo dijo. Aun recuerdo sus primeras palabras dirigidas a mi: “Me gustas, pero te equivocas en lo que estás haciendo. Esa que enseña los dientes no eres tú y yo lo sé” luego se marchó sin dejarme decir nada. ¡Qué cretino! ¿Quién coj... se creía que era? ¡y se atrevía a decir que sabía como era yo!. Menos mal que se marchó o lo hubiese echado yo. Su nick ya lo había visto en otras ocasiones pero como muchas personas él era de los que nunca decían nada, me los imaginaba satisfaciéndose mientras leían lo que los demás decíamos lo que nunca nos atreveríamos a decir o hacer de palabra.

Después de ese primer encuentro estuve buscándolo durante unos días infructuosamente. Esa ansiedad por vengarme fue desapareciendo y seguí mi nueva rutina diaria: despertarme, encender el ordenador, ir a trabajar, volver a casa y seguir con el ordenador. Mi vida durante unas semanas giraba en ese mundo creado en mi mente. ¿Cibersexo?, ¿para que negarlo?, alguna que otra vez me encontré lo suficientemente excitada después de haber mantenido conversaciones y después de haber dicho cosas que solo habían existido en mis fantasías, y me masturbé pensando en lo que acabábamos de decirnos en la pantalla un desconocido o desconocida y yo. En el fondo nunca se sabe a quién tenemos al otro lado, tampoco me apetecía comprobarlo.

Cuando todo en mi vida iba bajo control volvió a aparecer ese misterioso nick para darle una vuelta a todo. Una noche, sobre las dos o tres de la mañana, estaba amenizando las conversaciones cuando me abren un privado, uno de tantos, y me dicen: “No te he podido olvidar y pero sigues equivocándote. Esto no es más que una ilusión y ya no necesitas ilusiones.” Al principio no reaccioné pero justo cuando le iba a contestar me dijo algo que me descolocó completamente: “No me digas nada, no hace falta que me ataques. Sé quien eres y como eres y me gustas cada vez más. El verde no te queda bien.”

lunes, 23 de febrero de 2009

Una nueva vida: 1ª parte

Hace días que no lo veo y la situación se me hace cada vez más insoportable...

Cada vez que oigo el motor de un coche mi cuerpo se estremece y pienso que es el que sube a verme. Mi sexo se humedece de solo pensarlo...

Si alguien me hubiese dicho hace unos meses que yo iba a estar así me hubiera reído en la cara de la persona. Es increíble lo rápido que cambiamos. Esto empezó..., realmente no se cuando empezó ni cuando me vi envuelta en esta vorágine de deseo. Mi vida era totalmente normal, rutinaria y previsible, como la de todo el mundo: casa-trabajo, trabajo-casa y en casa: ¡más trabajo! Quién dijo que las mujeres lo tenemos más fácil que los hombres desde luego no es una mujer.

Mi matrimonio era, y digo “era”, como cualquier matrimonio con altibajos, aunque desde hace unos años los bajos ganaban a los altos. También en el matrimonio se había instaurado la rutina y la única vez que intentamos salir de ella comenzó la muerte del mismo, aunque de esto prefiero no hablar.

A lo que iba, dentro de toda esta rutina la única vía de escape que teníamos era el ordenador y hasta por él discutíamos aunque al final todo se solucionó comprando otro, para él. Y con ese mundo de ilusión nuestra relación acabó muriendo mientras se nos habría otra puerta a los dos.

El primer paso, mejor dicho, la primera patada la dio él: había encontrado a una chica, más joven, más guapa y quería estar con ella. Así que con un simple “me voy” cogió sus maletas y me dejó plantada. Eso sí, me dijo que me había querido mucho, que no me dejaba por otra y que lo nuestro no podía seguir. ¿Por qué los hombres son tan cobardes? Aunque le agradezco que lo hiciera él. Yo no me habría atrevido.

Los primeros días andaba como una zombi sin saber que hacer, que decir. Mi vida, la que conocía y dominaba, se había desmoronado, así que me dediqué a navegar sin rumbo. Lo de navegar es en el sentido literal de la palabra, cada vez que llegaba a casa lo primero que hacía era encender el ordenador y me pasaba horas delante de la pantalla. Me hice una experta de los chats. Un mundo de ilusión se abrió delante de mis ojos. Podía ser quién yo quisiera y eso hice, me transformé en una loba ansiosa de desesperación y con ganas de humillar a todo el mundo. ¡Que tonta era!

martes, 10 de febrero de 2009

En la playa

Nuevamente la ola besa la arena. El ruido del agua introduciéndose por los resquicios me invita a tumbarme y disfrutar de su sonido. A la gente le encanta el rumor de las olas, pero pienso que ese sonido del agua filtrándose por la arena similar a un siseo es mucho más sugerente, más íntimo. Me tumbo con los brazos tras la cabeza y contemplo las estrellas mientras sigo esperando.

El tiempo siempre avanza despacio cuando se espera a alguien, pero yo soy de los que le encantan aprovechar esos instantes para sumirme en mis pensamientos. Una ola más que bebe la arena y yo empiezo a dibujar extrañas figuras en el firmamento enlazando estrellas al azar.

El crujido de unos pasos enterrándose en la arena me sacan de mi ensimismamiento e incorporo la cabeza para ver si me espera ha llegado a su fin. Pero observo a una pareja paseando mientras se hace arrumacos. La noche y la playa son un conjunto perfecto para el amor, la pena es que ya no creo que el amor exista.

Con un suspiro vuelvo a tumbarme mientras dibujo en el aire una silueta de mujer. La figura femenina siempre me cautivó. Llegué a obsesionarme con ella, hasta el punto de llenar cuadernos de bocetos femeninos. Cualquiera que los viera me tildaría de obseso, pero nada más lejos de la realidad. Yo adoro la simetría de las curvas, la atracción que tiene sobre la raza humana y no sólo desde un punto de vista sexual. También es cierto que en los dibujantes eróticos se observa el control de la silueta. Está claro que exageran mucho, pero algunos hacen en cada viñeta auténticas obras de arte.

Otros crujidos, esta vez son de una persona sólo. Incluso podría asegurar que o son de mujer o de un chaval joven pues no tienen la firmeza de los hombres. Alzo la cabeza y la veo. Sé que es ella. Reconocería su contorno entre un millón. Mil veces la dibujé y un millón de veces la imaginé viniendo hacia mí, como ahora. Levanto la mano y al ver su gesto recíproco comprendo que me ha visto. En ese momento el sonido del mar desaparece para mí.

- Lo siento, no pude venir antes.- Me dice disculpándose.
- No te preocupes, túmbate a mi lado. - Le digo mientras extiendo mi cazadora para que no se manche con la arena.
- No, de verdad, vayámonos de aquí. Si alguien nos viera...... - Me dice mirándome recelosamente
- Si alguien nos viera no sabría quienes somos. No hay luna y aquí casi no hay luz. No te preocupes y siéntate... por favor.

Ella accede a regañadientes y se sienta a mi lado mientras yo vuelvo a tumbarme. Intento dejar que esa se tranquilice y que su respiración deje de estar tan agitada, necesita calmarse.

- Escucha el mar.- Le digo sin mirarla.
- ¿Cómo?
- Que escuches el mar un rato, me lo debes por llegar tarde. - Le digo apelando a sus ganas de disculparse.

Transcurren varios minutos y, cuando yo finalizo una vez más la situela que tantas veces me imaginé sobre las estrellas, me incorporo y hablo.

- ¿Por qué lo has hecho?
- Yo.... es que..... necesitaba.....Tenía que verte, que hablar contigo. - Me dice con unos ojos vidriosos que reflejan la poca luz que nos llega de lo lejos.
- Eso ya lo sé, me refiero que por qué no has acudido a la policía.
- Es que si lo hago y se entera .... me mata. Tengo mucho miedo y sólo puedo confiar en ti. Él nunca pensaría nada malo de ti, se cree que no eres más que otro desviado que le gusta relacionarse con mujeres para ocultarse.
- ¡Jajaja! es la primera vez que en esas palabras noto un halago. Pero cuéntame que hico esta vez ese.... desgraciado.
- Me.... me pegó..... - su voz se quebró y la dejé llorar mientras hundía su cabeza en mis hombros.
- Tranquila. Relájate y tranquilízate. Ya haremos algo pero antes cuéntame todo.
- Estábamos en casa y le estaba preparando la cena. Entonces le entró un mensaje en el móvil. Como lo tenía en la habitación y él estaba en el salón fui a buscárselo, pues él no lo había escuchado, y al cogerlo... - Nuevamente empezó a llorar.
- Lo siento. - me dice mientras busca en el bolso un pañuelo de papel para limpiarse las lágrimas. - Cuando lo levanté vi parte del texto sobre la pantalla, era de otra. Le decía que quería volverse la a.....

En ese instante su cuerpo se retorció en arcadas y apartándose vomitó todo sobre la arena. Con cada convulsión me hacía doler el corazón aun más. Yo sólo me limité a incorporarme y a aguantarle la frente con mis manos como nos hacían las madres cuando éramos pequeños. Ella necesitaba liberar todo el veneno que guardaba su interior.

- Ya está, perdona, pero es que no me puedo contener.... Nunca pensé que me fuera a hacer esto..... le quería......
- ¿Y que te dijo él? - Le pregunté cuando empezó a calmarse.
- Al principio se sorprendió y me negó que el mensaje fuera para él. Pero cuando insistí en que me diese el móvil para comprobar quién se lo había enviado se puso como un energúmeno. Yo gritaba que me diera el teléfono y entonces fue cuando me dio el primer tortazo. Al principio me quedé quieta, herida. Pero cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer salte hacia él como una loca....
- Normal, yo hubiera hecho lo mismo.
- Pero él siguió. Primero en la cara. el tortazo fue tan fuerte que me tumbó contra el suelo, y luego llegaron las patadas mientras me recriminaba que si estaba con otras era por mi culpa. Que yo no sabía hacer nada y que se había cansado de mí. Que era fea, tonta... y que merecía la muerte..... ¿y sabes lo peor?
- No, ¿que es lo peor?
- Que le estaba creyendo y que me quería morir.
- ¿Y qué hiciste?
- Cuando se cansó de pegarme se marchó de casa y te llamé. Este fue el primer sitio que me vino a la mente pues aquí fue donde habíamos estado aquella vez....y no quería que me vieses magullada.

En ese momento levanté la mano y le toqué la cara. Su primera reacción fue apartarse pero luego me dejó que la acariciase. Que la viera con mi tacto y que odiara cada bulto que deformaba su rostro, cada gemido que contenía cuando presionaba un poco más.... Si no estuviera ella ahí me abría levantado en ese momento y hubiera ido a buscar al animal que le hizo eso para matarlo como bestia que era. Pero no lo hice, Nuevamente la atraje hacia mí y le besé con cuidado la frente.

Estuvimos en silencio y el susurro del mar en la arena volvió a escucharse. Ella lo perdonaría y seguramente acabaría siendo un número más en una lista manchada con sangre... pero que podía hacer yo si no callar el secreto de él.... yo sabía que no había otra mujer, porque yo también lo quería.

lunes, 9 de febrero de 2009

El examen

La noche es el momento perfecto para estudiar. El silencio hace que las distracciones sean menores. La tranquilidad y la calma se adueñan de la ciudad. Si me concentro un poco puedo escuchar el ritmo intermitente de las respiraciones que hay en casa. Está claro que el único momento para conseguir encontrar la paz en una casa con gente es por la noche.

En el comedor enciendo la suave luz de la lámpara y preparo todo para dar el último repaso antes del examen. Todo el año preparando este momento y por fin en unas horas habrá acabado todo. Sé que es injusto jugárselo todo a una carta pero es como está establecido. Me hubiera gustado más que no existieran los exámenes y que para encontrar trabajo valoraran otras cosas como la capacitación profesional, el rendimiento y la actitud para aprender y prosperar. Si para entrar en la administración te juzgaran por el rendimiento laboral en tres meses en vez de por un examen el estado realmente funcionaría y no habría tantos incompetentes que sí han aprobado un examen y no han hecho nada más en su vida.

¡Qué poco me gustan los exámenes! Me he pasado toda la vida con el terror al folio en blanco. Por muy bien que me supiese una asignatura siempre me pasaba lo mismo. La mente se me ponía en blanco y me bloqueaba totalmente. He tenido que hacer muchas recuperaciones por culpa de ese miedo pese a ser de los que mejor tenían preparadas las materias. Pese a mi gran poder de concentración no era capaz de vencer ese miedo. Hoy en día me pasa algo parecido pero mi facilidad para distraerme ha ido en aumento. Hasta ese leve rechinar de los muelles de los colchones que estoy escuchando me molesta. Sé que tengo todo preparado y que lo único que estoy haciendo a estas horas es perder las necesarias horas de sueño pero mi nerviosismo no me permitía dormir más. Pese a estar fomentando mi inseguridad necesito leer todo una vez más.

Mi madre siempre me dijo que era un estudiante trabajador y un fracaso como trabajador. Con esta oposición voy a hacer que las cosas cambien. No es que me moleste estar en casa de mis padres con 30 años pero ya no soporto más la presión a la que me someten tanto ellos como mi hermana. La perfecta hermana con la vida perfecta y el matrimonio perfecto, hasta que su marido decidió buscar otra mujer más joven y perfecta. Mucho me reí cuando ella volvió a casa lamentando que su marido le había abandonado por una niña de 19 años. No es que me alegre de sus desgracias pero es que nunca dejaron de reprocharme sus éxitos pese a ser una alumna mediocre. Ella siempre consiguió todo y eso me remordía por dentro. Yo estaba mucho más preparado y eso nadie lo entendía.

Siempre he tenido mala suerte en esta vida. Nunca me he encontrado unos jefes que me valorasen por lo que era. Normalmente eran unos incompetentes iletrados incapaces de llevar una conversación sin repetir más de dos veces una palabra. El último trabajo fue la gota que colmó el vaso para mi paciencia. Tenía que hacer llamadas estúpidas a personas estúpidas que estaban en sus casas para venderles cosas estúpidas que no necesitaban. Sé que no me despidieron por mi rendimiento, yo era el mejor vendedor de su estúpida plantilla, pero alegaron que tenían multitud de quejas por los clientes por la forma en que los trataba. Todo eso me lo olvidaré mañana. A estas horas estaré celebrando mi ingreso como funcionario.

Es increíble lo fuerte que suena la respiración de mis padres. Ese ruido repugnante se me mete en la cabeza y me atormenta. No puedo concentrarme. Está claro que hoy todos se han puesto en contra para que no mejore. No se percatan que si apruebo me iré y les dejaré en paz con sus miserias. Y mi hermana no para de carraspear, ya le había avisado que no podía ir por la calle casi sin ropa. Lo hizo porque sabía que yo iba a estudiar y así no podría concentrarme. Los odio, los odio a todos, creo que voy a tener que silenciarlos...


Ahora todo está mejor. Todo en silencio. Sólo se enteró la desgraciada de mi madre pero duró poco. Me gusta la tranquilidad que hay en casa, aunque ahora escucho a la vecina de arriba alterada como llama por teléfono. Y a otros vecinos abrir las puertas y salir al pasillo. Está claro que no quieren que vaya a hacer el examen mañana. Voy a tener que convencerles a todos que me dejen en paz. Necesito calma.

martes, 3 de febrero de 2009

Atado en la cama

Lentamente pasa la soga por mis manos y tira hacia atrás tensando mis brazos, mientras yo la contemplo concentrada. La presión de sus piernas sobre mi cuerpo aumenta mientras ella comprueba concienzudamente los nudos. Su olor me embriaga me excita. Una vez que se asegura de que no me podré escapar se descabalga y empieza a atarme por los pies. Cuando acaba, mi cuerpo se haya en tensión, y una sonrisa aparece en sus labios.

La veo acercarse al armario, saca de él una sábana y algo parecido a una bufanda que desliza por su cuello. Su cuerpo semidesnudo se mueve en torno a mí. Y suena el timbre de la puerta. Se me acerca nuevamente, dobla lo que tiene entre las manos hasta formar una mordaza con la que tapa mi boca. Otra vez llaman a la puerta. Coge la bufanda y la deja caer sobre mis ojos mientras la escucho salir de la habitación. Espero que se tape o cuando abra la puerta alguien se asustará. La gente tiende a ser de lo más inoportuna.

Quisiera preguntarle por quién llamó pero no puedo hablar y me limito a escuchar.

Al cabo de un rato la puerta se cierra. Mi piel ha empezado a erizarse por el frío, puedo percibirla. Me concentro para intentar escuchar sus pasos descalzos sobre el parqué y me sorprendo al notar otras pisadas.

Me asusto e intento soltarme, escupir lo que me tapa la boca. ¡Quiero ver quién ha entrado en la habitación! Me la imagino tapándose la boca y señalándome para que esa persona no hable. Empiezo a agitarme y a tirar con fuerza de las sogas. Me estoy haciendo daño. La cuerda hiere mi carne pero estoy bien sujeto. Ella hizo un buen trabajo y lo único que consigo es bambolear la cama.

Noto como una mano se apoya sobre mi pecho y me sujeta con fuerza. No es ella. ¡Por favor! ¿Qué está sucediendo? Están poniéndome algo en la cara. La aparto con fuerza pero me la sujetan y me tapan la nariz. Quieren matarme pienso antes de perder el conocimiento.(...)


(...) Empiezo a recuperar la conciencia. Mi cuerpo está completamente inmóvil. Intento mover los dedos pero no parecen responderme. En el aire hay un olor dulzón que me resulta conocido. No puedo abrir los ojos por mucho que lo intente e intento concentrarme en el resto de sensaciones. Entonces escucho como algo se rasga y tira de mi interior con fuerza. ¿Qué están haciendo?

- Bueno, ya sólo queda el corazón. Creo que esta vez todo ha salido perfecto. – dice una voz masculina.
- Era un candidato perfecto. ¿Cómo lo ha conseguido? – Dice una segunda voz.
- ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Eso se lo debemos a nuestra chica de los recados. Todo es cuestión del precio. Enfermera, aspire bien ahí.
- Bueno, todo ha salido perfectamente. Ya no se puede aprovechar nada más. – dice mientras sitúa el corazón en un recipiente isotérmico.
- ¿Y que hacemos con el resto?
- Bueno, lo de costumbre. Un poco de carne para los perros y el resto a incinerar. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
- Venga, vamos a cenar que esta vez pagan los ricos.